Mi columna de esta semana en Invertia se titula «La insoportable levedad de las sanciones» (pdf), y trata sobre el desconcertante espectáculo que supone ver cómo las restricciones tecnológicas impuestas por Estados Unidos a China, presentadas supuestamente como cuestiones de seguridad nacional y defensa estratégica, se deshacen como un azucarillo en cuanto un CEO poderoso llama a la puerta de la Casa Blanca y dedica unos minutos a halagar al presidente.
La reciente decisión del gobierno estadounidense de conceder licencias a Nvidia para exportar su chip H20 a China tras la visita de su CEO, Jensen Huang, a Donald Trump, es simplemente reveladora. Lo que se vendía como una línea roja infranqueable se convierte, de repente, en una simple formalidad ...